Cuando llegaron eran un grupo de rojos que despertaban desconfianza pero siete décadas después se han convertido en una referencia imprescindible para una ciudad que tiene en la vida cultural una de sus divisas. El Gobierno de Buenos Aires rindió homenaje la semana pasada al grupo de emigrantes españoles, muchos de ellos artistas, periodistas e intelectuales, que llegaron al puerto de la capital argentina en el vapor Massilia el 5 de noviembre de 1939. Entre ellos se encontraban el periodista y editor Arturo Cuadrado Moure, el escultor Alberto López Barral, el pintor Ramón Hidalgo Pontones y los autores teatrales Pascual Guillén y Salvador Valverde. La mayoría se quedaron definitivamente a vivir en Argentina y algunos se convirtieron en figuras destacadas de la cultura del país austral.
La historia que tuvo un final feliz estuvo a punto de contar con un desenlace muy distinto. El Massilia había partido de la costa francesa y tenía como destino final Chile. Para dar una idea del escaso entusiasmo que despertaba la llegada del barco a Buenos Aires basta con recordar un titular de un diario porteño de esa época: "No permiten ni asomarse a los ojos de buey a los intelectuales españoles en tránsito".
Pero otro periodista, el uruguayo Natalio Botana, director y fundador del mítico diario Crítica, tenía simpatías hacia la República y conocía a algunos de los integrantes del pasaje del Massilia. Todas las fuentes coinciden en que sus gestiones fueron las que permitieron que el grupo de españoles pudiese desembarcar y quedarse a vivir en Argentina. La leyenda dice incluso que Botana utilizó para sus fines la importante suma de dinero que había ganado esa tarde de domingo en el hipódromo con uno de sus caballos, de nombre Romántico, que resultó vencedor en la carrera más importante de la temporada en Buenos Aires. Nadie puede atestiguarlo ni desmentirlo con certeza pero lo importante es que consiguió su objetivo y permitió a los españoles quedarse en la ciudad.
Durante el homenaje celebrado el pasado miércoles en la sede del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, estuvieron presentes dos de las pocas personas que formaban parte del pasaje del Massilia y todavía permanecen vivas. Uno de ellos es Francisco Villaverde, que contaba 14 años en aquella época y viajaba en compañía de toda su familia. Su padre, Elpidio Villaverde, había sido alcalde de Vilagarcía de Arousa y diputado en las Cortes republicanas. A sus 84 años explica que, además de él, dos de sus hermanas que le acompañaban en ese viaje todavía viven en Buenos Aires. "Agradezco mucho que se nos rinda este homenaje después de tantos años", comenta.
Su familia se quedó para siempre en Argentina y sus padres murieron en el hospital del Centro Gallego de Buenos Aires. De aquel viaje, Villaverde recuerda que la travesía fue plácida, salvo una tormenta frente a las costas brasileñas, y que hizo buenos amigos en el barco como Salvador Valverde, que entonces también era un niño y que acabó dedicándose al periodismo. Él fue otro de los pasajeros del Massilia que estuvo presente en el homenaje. En su intervención, recordó que el barco estuvo a punto de no salir de Francia por el miedo que tenían a los submarinos enemigos. "La única enfermedad que tuvimos durante el viaje fue la submarinitis", señaló Valverde en tono jocoso.
La directora general de Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, Liliana Varela, destacó que los exiliados se convirtieron en una fuente de "resistencia cultural" frente al franquismo. "Esta conmemoración también sirve para recuperar lo que significo la República en aquel momento. Nos agrada que en España se apueste ahora por la recuperación de la memoria histórica", indicó Varela. Otro gallego que asistió al acto fue el consejero de Trabajo de la Embajada de España, Guillermo Hernández Cerviño, quien reconoció la labor de los intelectuales españoles en el exilio.
Buenos Aires también rindió homenaje a la Federación de Sociedades Gallegas por su trabajo a favor de la recuperación de la memoria histórica y del legado cultural y social de la República. Francisco Lores, presidente de la entidad, reclamó la organización de un homenaje a todos los exiliados españoles tras la Guerra Civil, en una intervención que concluyó con un sonoro "¡viva la República!".
El Massilia tuvo una vida mucho más breve que la mayoría de los exiliados que llevó en aquel viaje. Surcó el Atlántico durante apenas veinte años. La madre de Carlos Gardel, Bertha, y Marcelo Torcuato de Alvear, presidente argentino, fueron algunos de sus ilustres pasajeros. En 1942 los alemanes convirtieron al barco en un hotel flotante y acabaron por hundirlo antes de huir de Marsella, en 1944.
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