La vida de Teodulfo Lagunero atraviesa como protagonista buena parte de la historia reciente de España. Desde niño, como miembro de una familia comunista defensora de la República y represaliada, hasta que ayuda de forma fundamental al restablecimiento de la democracia, en su biografía hay detenciones, amenazas, padecimientos y también prosperidad económica al amparo de la picaresca que favorecía el régimen franquista. Presentó ayer en Sargadelos su libro de memorias, en un acto organizado por la asociación Fuco Buxán.
“Escribir las memorias es contar qué carta te ha dado la vida y cómo las has jugado. A mí me las dio muy malas”, empezó. Cuando tenía ocho años, viviendo en Guadarrama, estalló la guerra y, con esa edad, vio como fusilaban a un hombre. Ya en Valencia, con lo que quedaba de la resistencia republicana, sufrió bombardeos feroces, con las calles sembradas de cadáveres cuando los niños salían del colegio. “Machacar ciudades enteras, bombardeándolas, eso sí que es romper España”, comentaba ayer. “Franco divide a España en dos, vencedores y vencidos. Los vencidos no tenemos derechos y Franco nos pisó una y otra vez con su bota manchada de sangre”.
Con la derrota republicana, vivió también la represión -“fue terrible, espantosa”-. Su padre ingresó en prisión y su madre, “como tantas y tantas heroínas españolas, se dedicó a salvar a su marido y a sacar adelante a sus hijos”. Buena parte de su familia, en uno u otro momento, estuvo en la cárcel. Él mismo, cuando era estudiante -con una beca- en la Universidad de Valladolid, fue detenido por celebrar el aniversario de la proclamación de la República pintando “14 de abril” con tiza por las paredes. De hecho, a mediados de los 40 fue cuando hubo “un primer movimiento estudiantil antifranquista, con hijos de represaliados“.
Terminada la carrera de Derecho monta una academia pero no estaba bien visto en Valladolid y se va a Madrid. Allí prepara oposiciones y consigue una plaza de profesor de Derecho Mercantil en Cádiz, mientras ejerce como abogado. “Ahí comienzo a meterme en negocios y empiezo a ganar dinero”.
Este hecho es el más extraño de la biografía de Lagunero. Con negocios inmobiliarios consigue una fortuna que revierte en el Partido Comunista, con el que se reencuentra en París en una manifestación del Primero de Mayo y con el que colabora intensamente. Entre otras ayudas, financia el Centro de Información y Solidaridad con España, que dirigía Marcos Ana y con el que se daba soporte a los que huían del régimen. Una dictadura que, tal y como aseguraba ayer, se sostuvo porque, tras la caída del nazismo y el fascismo que habían ayudado a ganar la Guerra a Franco, “las circunstancias geopolíticas históricas no se llevaron la cabeza de Franco”. No sólo eso, sino que “Eisenhower se pasea por Madrid con él en un descapotable". Por eso, para Lagunero, “el pueblo español no es culpable, en absoluto, de que Franco muriera en la cama”.
En los años de la Transición fueron fundamentales los contactos de Teodulfo Lagunero con gente que vivía en el país y que, incluso desde dentro del aparato dictatorial, buscaba una salida pacífica y democrática al franquismo. La suya fue una aportación que reconocen todos los implicados en un proceso de negociación en el que primó la reconciliación nacional por encima de otros intereses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario